18 de Septiembre de 2024
Xalapa, Ver.- El 19 de septiembre de 1985, a las 7:19 de la mañana, un devastador terremoto de magnitud 8.1 sacudió la Ciudad de México, dejando una huella imborrable en la memoria colectiva del país. Durante aproximadamente dos minutos la tierra tembló con una fuerza que provocó el colapso de miles de edificios, incluidos hospitales, escuelas y viviendas, resultando en la trágica pérdida de miles de vidas y numerosos heridos.
Las escenas de destrucción fueron desgarradoras: calles llenas de escombros, edificios en ruinas y familias desgarradas por la pérdida. Las imágenes, que rápidamente circularon por los medios, evidenciaron la magnitud de la catástrofe y conmocionaron al mundo entero. Sin embargo, en medio de esta devastación, emergió un espíritu de solidaridad y comunidad. Miles de ciudadanos se unieron en una respuesta heroica, convirtiéndose en rescatistas improvisados, arriesgando sus propias vidas para salvar a otros atrapados entre los escombros.
El impacto del terremoto fue profundo no solo en términos de pérdidas humanas y materiales, sino también en la conciencia social y política del país, se convirtió en el más significativo y dañino en la historia contemporánea, pues dejó severas afectaciones en el centro, sur y occidente de México. La crítica hacia la respuesta del gobierno, que fue considerada insuficiente y desorganizada, impulsó una revalorización de las políticas de protección civil. Este evento trágico llevó a la creación de protocolos más efectivos y a la implementación de simulacros, con el objetivo de estar mejor preparados ante futuros desastres.
Hoy, más de tres décadas de esta tragedia, el 19 de septiembre se ha convertido en un día de reflexión y recuerdo en México. No solo se recuerda el dolor y la pérdida, sino también la resiliencia del pueblo mexicano, que mostró su capacidad de unirse y ayudar en momentos de crisis. Este acontecimiento se erige como un símbolo de fuerza y unidad, recordándonos que, a pesar de la devastación, el espíritu humano puede prevalecer.
El terremoto de 1985 nos enseña sobre la fragilidad de la vida y la importancia de la preparación ante desastres. Su legado vive en la memoria de quienes lo vivieron y en el compromiso de las nuevas generaciones para construir un México más fuerte y resiliente. En este contexto, el 19 de septiembre no solo es un recordatorio de lo que se perdió, sino también de lo que se ganó: una comunidad más unida y consciente de su fortaleza ante la adversidad.
