03 de Octubre del 2023
Xalapa, Ver.- La ciudad de las flores, Xalapa, cuenta con una diversidad de historias, entre ellas se encuentra la leyenda de los lavaderos ubicados en la avenida Ruíz Cortines.
Fue en los años cuarenta, la ciudad de Xalapa era reconocida por sus coloridas casas de tejas y macetas en los jardines y balcones, rodeada por diversos barrios. En aquella época era muy común que las mujeres lavaran en lugares públicos.
Los lavaderos que se encuentran ubicados en la avenida Ruíz Cortines sucedió algo insólito, la ropa que las mujeres dejaban colgada en los tendederos desaparecen por las noches, por lo que le exigen al velador que se mantuviera más al tanto del lugar.
Es por ello que, el velador decidió mantenerse más atento ante cualquier situación que ocurriera; y en uno de esas noches logró identificar a una mujer con cabello enmarañado que le cubría una parte del rostro y restregaba enojada una sábana.
El vigilante decidió acercarse a la mujer, por lo que le tocó el hombro para advertirle que ya era tarde para que estuviera por los lavaderos, pero ella no le respondió, y siguió su camino por los lavaderos.
La mujer enojada por los regaños, volteo a ver al vigilante, haciendo su cabello hacia atrás de los hombros. En ese momento, el vigilante observó que la mujer tenía la cara en forma de caballo sudorosa y sus ojos se veían irritados.
El vigilante quedó impactado después de ver detalladamente a la mujer, mientras ella le reclamaba entre relinchos y gemidos el por qué no respondía. Posteriormente, se dirigió hacia el arroyo, cuando de repente se formó una mancha blanca que flotaba, y desde a varios metros de distancia sólo se escuchó un grito que decía: ‘’¡Ay, las ropas de mis hijos!
Al día siguiente, las vecinas fueron a buscar al velador para preguntarle acerca del misterioso ladrón que se llevaba la ropa colgada de los tendederos porque lo habían escuchado hablar con alguien durante la madrugada. El vigilante les respondió que una de las vecinas venía a lavar en las noches por cuestiones laborales y sólo podría lavar en las noches.
Días después, las vecinas se enteraron que el vigilante había solicitado cambio de turno, y las mujeres comentaron que estaban en desacuerdo con el cambio de turno del vigilante y le pidieron que se quedará porque realizaba un buen trabajo.
Finalmente, el vigilante accedió a permanecer en los lavaderos trabajando con la condición de que las vecinas evitarán dejar la ropa colgada en los tendederos porque la lavandera nocturna creía que ellas no habían podido con su trabajo y es por eso que venía a ayudarlas durante las noches.
